El karma, la enfermedad, el miedo, el dolor, la ansiedad tienen color y sonido. A través de la fuerte vibración de los cuencos tibetanos y de cuarzo, se rompen bloqueos energéticos que impiden que la luz fluya libremente en nuestro ser. Las cáscaras de negatividad son removidas con la vibración profunda, liberando gran cantidad de energía de baja vibración, permitiendo una renovación completa.